Marcos da Silva, un indigente muy conocido y querido en Ourense, falleció la semana pasada a sus 50 años. Natural de Astariz, se le podía ver por la calle Santo Domingo, en la esquina de Valle Inclán, en el Paseo o por el casco viejo de la ciudad pidiendo dinero o charlando con la gente que se paraba a hablar con él.
Los vecinos orensanos lo describen como una persona cercana, sonriente y agradable con todo el mundo, una opinión que comparten los policías de la ciudad estableciendo que colaboraba con ellos siempre que podía: “Cuando se encontraba con carteras de noche no dudaba en entregarlas para que volviesen a su dueño”.
Antes de la pandemia consiguió vencer un cáncer, pero en los últimos meses la enfermedad volvió a su cuerpo y Marcos estuvo batallando con ella. No lo hizo solo, ya que era un usuario de la Cruz Roja, donde le tenían mucho cariño y además le guardaban sus productos favoritos. También lo hacían los hosteleros de la ciudad, quienes le daban de cenar ya que este siempre les echaba una mano recogiendo las terrazas.
Acabó falleciendo el 20 de diciembre y sus personas más cercanas se despidieron de él en su Astariz natal.
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